Los Arrullos o Canciones de Cuna en Cuba. Vestigios del África en El Caribe (II). Diónys Rivas Armas


Diónys Cecilia Rivas Armas. Dirección de Docencia e Investigación.
Correo-e: dionysrivasarmas@gmail.com

Resumen. En este trabajo se muestra una práctica de crianza que desde la oralidad permanece en El Caribe con vestigios del África, donde la voz de la mujer representa el instrumento que melodiosamente interpreta las canciones de cuna, arrullos y nanas que desde la ternura y el amor cuentan la historia de un continente que hoy simboliza el legado ancestral afro diseminado en el Abya Yala y El Caribe y han contribuido a la autoafirmación de los pueblos afrodescendientes.
​Palabras clave: Canciones de cuna, El Caribe y Mujeres Afrodescendientes.


Los cantos o arrullos de cuna, representan una emoción cantada de cariño y ternura que junto al balanceo, susurro y abrazo, fortalece la relación afectiva entre la madre y el bebé, para la conciliación del sueño, como estímulo de sociabilidad, aprendizaje temprano y creación de apego en la crianza de niñas y niños. Según Fernández (2005): “Arrullo y amor se trenzan, lo mismo que la letra musicalizada y los afectos” (p. 192). Los cantos de cuna, se conocen como nana en muchos países y se transmiten de generación en generación desde la tradición oral. Para Menéndez-Ponte y Serna (1999), la nana es un estímulo que desde el canto muestra la ternura y amor de la madre, señalan:
Es una forma de lenguaje donde importan menos las palabras, que la expresión de un sentimiento, la musicalidad y el ritmo. Un ritmo basado en el corazón, que es el que ha marcado la vida del bebé en el útero materno, y que permite mecerlo con la cadencia de las olas (p. 7).  
La cubana Martha Esquenazi Pérez en su investigación: “Cantos de Cunas tradicionales Cubanos” (2003), define tres (3) niveles de transmisión de los cantos y arrullos en Cuba: uno que corresponde a una difusión amplia entre la población, como el caso del canto: “Duérmete mi niño, duérmete mi amor, duérmete pedazo de mi corazón (…)”, un segundo nivel que corresponde a la transmisión dentro de una comunidad, como el caso de la población haitiana en Cuba y un tercer nivel de transmisión a través de la tradición familiar ancestral, donde se preservan los cantos de cuna de origen africano en Cuba, los cuales se encuentran localizados en la zona occidental y central de la Isla.
Los cantos de cuna de nuestras ancestras africanas, tienen antecedente arará[1], que son las esclavizadas y esclavizados que llegaron a Cuba del Reino de Dahomey y establecieron sus cultos, creencias y tradiciones, como símbolo de guerra y lucha para la reafirmación de sus raíces en las Provincias de La Habana y Matanzas. No es posible precisar el año en que llegaron los ararás a la Isla, pero ya durante el Siglo XVI (Archivo de Protocolos y Libro Baraja de la Catedral) se registran entre los esclavizados traídos a Cuba. Al respecto Andreu Alonso (1995) explica:
Martínez Furé señala que la presencia de los ararás en nuestra isla se remonta a los albores de nuestra historia. Los ewé-fon fueron introducidos en Cuba bajo las denominaciones de arará agicón, arará magino, arará abopá, arará cuatro ojos, arará cuévano, arará sabalú, arará nezeve, arará dajomé y minas. Entre nosotros los negros ararás son los mantenedores del culto dahomeyano (…) Don Fernando Ortiz señala, en la lejana fecha de 1961, la existencia en La Habana de un cabildo arará magino (p.5-6).
Ilustración N°1: Mujer del Reino de Dahomey
En este sentido, hoy en día en el seno de la tradición familiar en algunas provincias de Cuba, encontramos cantos transmitidos por la tradición oral, que han contribuido a la autoafirmación de los pueblos afrodescendientes en El Caribe, como vestigio del testimonio de una realidad viva, vinculada a la vida cotidiana, como actividad poética musical y legado ancestral, cargado de sabiduría para la riqueza simbólica, que contribuye a la adquisición del lenguaje y el aprendizaje de la cultura. Esta visión es sostenida por la investigadora cubana Mirtha Fernández (2012), que explica: “Cada manifestación literaria oral es un eslabón de la cadena ininterrumpida del pasado de África que expone la sabiduría secular, la confía a los hombres actuales y cumple el proverbio africano: difundir la sabiduría, permite sobrevivir”. (p. 34).
En las canciones de cuna y arrullos tradicionales del pueblo de arará en Cuba, se muestra el testimonio de la herencia ancestral y las expresiones emocionales que tienen como instrumento la voz de la madre que acoge a su bebé y como melodía, el cuerpo que abraza con poesía y música el continente africano. Fernández (2012), expresa que: “Las canciones de cuna y las infantiles utilizadas en juegos, ocupan un lugar de importancia, ya que nos informan sobre las ideas y creencias populares, pues su riqueza simbólica es asombrosa” (p. 61).
Era Chenguete[2]
Era chenguete
Te acorto
enumanugue.
Era chenguete
te coelo
enamanugue
(Perico, Matanzas)
Era Cheguela[3]
Era cheguela te
A cae te
E no mánó
Era cheguela te
A cae te
E no manó
(Perico y Jovellanos, Matanza)
En Cuba, también permanecen y persisten cantos de cuna procedentes de Haití, que se practican en la zona central y oriental de la isla, donde se encuentran asentadas varias familias descendientes de haitianos y por tanto de la diáspora africana en El Caribe.
Eh dodo moncher enfant[4]
Eh dodo moncher enfant
pourvoirmon bon fiche
acheta mama allerchanters
oviovi ton quer,
oprechacher me
ce dodo moncherenfant
La simbología en equilibrio con las tradiciones y la preservación de las costumbres están presentes en las canciones de cuna en el África y en la herencia hoy en El Caribe, donde la poesía y la música se transforman en cantos de arrullos y tarareos vinculados a la cosecha, trabajo y labores, entonados en el seno familiar. En las siguientes canciones de cuna de los punu[5] de Gabón se puede visualizar las ideas expuestas:
Muane vole, muane vole,
fumumagane, fumubumueli vole
tate a komangase
o be mukuatiuksolilanungi name
o be tsandegumbange
muane vole muane
fumunganevole, fumubumuelivole
mae o gubegilekalne gol…
Niño, no llores, niño, no llores;
Principito, no llores; príncipe
De Bumelí, no llores.
Papá fue al otro lado,
Te traerá un machete,
Lo utilizarás en el campo
De tu mamá;
Niño, no llores, no llores;
Principito, no llores.
Mamá te traerá un congrejo
Y un siluro[6]
Hoy en El Caribe permanece una canción de cuna o nana tradicional de herencia colonial sobre las faenas de trabajo y significativo contenido social sobre la esclavización, la cual conocemos porque desde la memoria ha sido transmitida oralmente de generación en generación: “Duerme Negrito”. Esta canción fue encontrada por Atahualpa Yupanqui en El Caribe, entre Venezuela y Colombia, cuentan que la escucharon en la voz de una mujer negra, la aprendieron y la caminaron por el mundo. También, se le considera una canción de cuna tradicional de Cuba.
En esta canción se relata la vida de una madre enferma (tosiendo) y sola (va de luto), que debe trabajar en el campo, realizando un gran esfuerzo físico, alejada de su hogar, de su hijo, durante extensas y duras jornadas, para garantizar el alimento de su hijo. Se visualiza la explotación y la discriminación por razones de clase, género y etnia, consecuencias de la colonia y la esclavitud.
Por otro lado, es importante destacar una canción de cuna afrocubana de Ernesto Grenet, recogida por Claudia Salomone en su trabajo: “Acunando la Memoria” (2016), que relata la memoria profunda de la diáspora africana donde las prácticas y creencias ancestrales se muestran en este lenguaje cotidiano que narra la historia de las y los esclavizados que llegaron a la isla.
Drume negrita[7]
En su cuna ya no pue ́drumí
La negrita lucumí
Si tú drume yo te va ́comprá
Una cuna colorá ́
(Entra ritmo)
Mamá la negrita
se le sale ́lo pié ́ la cunita
Y la negra Mercé
ya no sabe qué hace ́
Drume negrita
que yo va ́comprá ́nueva cunita
Que va ́tené ́capitel
que va ́tené cacabel.
(libre)
Si tu drume yo te traigo
un mamey muy colorao
Y si no drume yo te traigo
un babalao que da pau! Pau!
Esta canción recrea la oralidad heredada del mundo afroyoruba en conjunción con el modo oral propio de la Isla de Cuba. Según Salomone (2016): “El ritmo de la segunda parte está sujeto a la presencia de dos motivos afrocubanos ejecutados por un güiro. Incluye palabras en lengua conga como “babalao” (sacerdote) y utiliza onomatopeyas como “Pau Pau!” (p. 6).
La interpretación de estos arrullos, donde la voz de la madre representa el instrumento que musicaliza esta cadencia no solo expresa protección y confianza mientras sostienen y arrullan a sus bebes, simboliza el acento y las líneas melódicas propias de la región en sintonía con las representaciones heredadas.
Los arrullos representan poesías recitadas que se trenzan con el ritmo, modulación, expresión y movimientos libres del cuerpo, para conectar a la madre biológica, de leche y crianza con el espíritu de su bebé, acobijar su sueño, satisfacción y regocijo (Rivas, 2017, p. 39). 
Además, estos cantos y tarareos simbolizan las voces de resistencia de las mujeres que despiertan su memoria y gritan sus recuerdos desde la armonía y luz de la musicalidad para la protección, ternura, amor y refugio espiritual a sus hijos e hijas (propios, de crianza o de leche) que al unísono soporta la herencia histórica y cultural de un pueblo hacia la emancipación y abrigo de la identidad cultural.

Ilustración N° 2: Mujer Himba y su hijo. La etnia Himba vive en la región árida de Kunene, en lo que en una época fue el bantustán de Kaokolandia (norte de Namibia)

Referencias
Andreu, G. (1995). Los Ararás en Cuba: Florentina, la Princesa Dahomeyana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales.
Esquenazi, M. (2003). Cantos de Cuna Tradicionales Cubanos. Resultado parcial de la Investigación nacional sobre música popular tradicional. Cuba: Centro “Juan Marinello” del Ministerio de la Cultura y el Instituto de Antropología de la A.C.C.
Fernández, Ana (2005). Canción de Cuna: Arrullo o Desvelo. México: Anales de Antropología, Volumen 39-II. Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de Investigaciones Antropológicas., D.F.
Fernández, Mirta (2012). A la Sombra del Árbol Tutelar. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales.
Grajales, D. y Alejandra Pemberty (2012). Otras prácticas de crianza en algunas culturas étnicas de Colombia: Un diálogo intercultural. Colombia: Universidad de San Buenaventura.
Menéndez-Ponte, M. y Ana Serna (1999). Duérmete, niño. Antología de nanas. Madrid: Ediciones SM.
Pierre-Claver Nang Eyi Obianb (1991). Au rythme des saisons. Notre Librairie. N° 105, p 30.
Rivas, D. (2017). La oralidad: expresión de la memoria ancestral de las mujeres para aportar a la cultura afrovenezolana. Brasil: Missões: Revista de Ciências Humanas e Sociais. Universidade Federal Do Pampa. V. 3, N°. 1, pp. 26-45.
Salomone, C. (2016). Acunando la Memoria. Universidad Nacional de la Plata. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.9353/ev.9353.pdf. Consultado: 01 de Agosto 2019.


[1] Pertenecientes a las etnias ewe, adjá y fong, capturados en el territorio del antiguo reino de Dahomey, cerca de las orillas del Volta, el gran río del África Occidental, hoy República de Benín.
[2] Esquenazi, M. (2003).Cantos de Cuna Tradicionales Cubanos. Cuba. p. 54.
[3] En Andreu, G.(1995). Los Ararás en Cuba: Florentina, la Princesa Dahomeyana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales. p.7.
[4] Esquenazi, M. (2003).Cantos de Cuna Tradicionales Cubanos. Cuba. p. 54.
[5] El Punu son bantúes de África central que se establecieron principalmente al sur de Gabón, también en la República del Congo.
[6] Pierre-Claver Nang Eyi Obianb (1991). Au rythme des saisons. Notre Librairie. N° 105, p 30.
[7] En la voz de Merceditas Valdés (2012) https://www.youtube.com/watch?v=u7XXKDTiaC0&list=RDu7XXKDTiaC0&index=1&pbjreload=10

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